hazte seguidor animado

VENTANA DE AVISO


AVISO Si trabajas el 20-N tienes derecho al cobro de unas horas. Recuerda, en el momento de votar solicita en la mesa electoral tu justificante de asistencia para presentarlo en la empresa.

martes, 24 de mayo de 2011

aburrimiento CALOR YA

Tengo una apatía que me lleva 'doblao'.  No se si será astenia primaveral tardía o carencia de vitaminas.  Tengo sueño, el sol se contonea en la calle como un dios griego haciendo posturitas de culturista para que le miren y se sonrían los grupos de muchachas que han salido del instituto, o las amigas que vienen a tomarse un café.  Le observo y pienso:  ¡Que cabrón!.  sólo haría falta que llovieran billetes fuera del perímetro de la gasolinera, para que me sintiera más envidioso y atrapado.

Me arden los pies y la cabeza, ni la jalea real me sube el ánimo, siempre que llega este calor pierdo la fuerza como una coca-cola semiabierta.  Las tardes son eternas, como los días de régimen a base de pescado y acelgas.
El intervalo de la siesta me muele los arrestos, me convierte en un felpudo de los de andar tirados por el suelo, ni la radio, ni el sueldo que está ya próximo a ingresar, ni un generoso escote regalando la vista me despiertan.  Las tardes calurosas de verano reciente, me desinflan como si respirase gas butano detrás del mostrador.  Solo el chasquido de una lata al abrirse con su estallido de burbujas heladas suena como un pequeño timbre que me espabila unos segundos.  Son como un espejismo que te produce sed y una visión paradisíaca de palmeras y un estanque dorado, donde nuestra Brooke Shields particular nos da la vida desde sus mismos labios con un trasvase delicioso de líquido y frescor.



Pero enseguida se esfuma el espejismo, vuelta a la realidad, el escenario son coches que se cruzan, gente que no duerme la siesta, unos cansinos como la chica de los surtidores "Ha elegido usted...", que solo quieren agua o un refresco, ni comida, ni lotería, ni rascas, quieren llegar a casa, quieren meterse en su espejismo de familia, o de huríes semidesnudas, que se yo.  Miro nuevamente el reloj, que se derrite como si fueran las esferas de Dalí  ¡Que larga es esta tarde de viaje a ningún lado! Aquí no pasa nada. Bailotean en la pista las deslumbrantes y estiradas piernas del sol, representando el lago de los cisnes, pero sin agua, sin música y con este calor, es tan tediosa la representación como empollar en casa para aprobar exámenes finales.

Me está aplastando la rutina.  Necesito librar, pero estas largas tardes anodinas de verano se estiran y se prolongan como las ramas de los sauces, como las series de TVE-1, como un partido a cinco sets.  Busco en el tiempo y el futuro se muestra al otro lado del planeta, allá en el horizonte sobre su mecedora bebiendo te al limón, tranquilamente sabiendo que yo llegaré tarde por que en este hemisferio las cosas van despacio ¡Que bonita es la tienda de palacio! pero a mi ya me aburre por que la tengo más que vista.

El motor de la sandwichera por su parte, aporta ese calor ecuatorial que nos traslada a las recónditas selvas del Congo o a Indonesia, con su temperatura pegajosa y deprimente.  Lanza calor para llenar cien globos aerostáticos de Travel Club.   Nos quita el aire, como si repartiera oxígeno con un aspirador, sólo nos deja el fastidioso aliento bochornoso de la máquina.  Si derramásemos una botella de agua por el suelo, acabaríamos cocidos al vapor, como unos mejillones.

Solo en el voult la vida cobra algún sentido, durante unos minutos te sientes como un pingüino en Disneylandia, pero después, vuelta al ataque, recorres el pasillo como un soldado vietnamita, avanzando entre impedimentos y calor, te vas a la trinchera y a matar pollos al ast, por que a esas horas  hay algunos clientes con el desodorante caducado, cubiertos de una pátina de sudor mareante, que hacen tambalear las pocas fuerzas que nos quedan, como si defendieran sus posiciones anticompra lanzando gas mostaza. - "¿Quiere usted...?  Bueno mejor no, buenas tardes" -
Pero ese aturdimiento momentaneo, no te arregla la mente ni el estómago, sigue zapateando el sol con tanto aplomo que hasta las bellas gatas que llegan a esas horas, te miran sudorosas como si acabaran de bajarse del tejado de cinc hace un minuto.   La tarde es larga y calurosa,  voy a firmar en los servicios, voy a mirar caducidades, voy a rellenar algún checklist, como si fuera un sudoku,  para matar el tiempo.
Larga tarde, un rato mato moscas con el rabo... el del plumero que es un rabo flexible y desplumado, que se agita como una caña de bambú, de las de dar castigos en el culo antiguamente, después uso el spray, el caso es hacer tiempo para no sucumbir a la molicie.
La gente está sedienta, y derrengada, el suelo radiante de la pista funciona a las mil maravillas. Los helados  se venden como churros helados, como si fueran aspirinas que calman el calor.  Hablas con la misma cadencia del surtidor, ¡Vaya apatía!,
- ¿Quieres unos...? -
- No quiero nada -
- Si te los iba a regalar no me has dejado hablar  ¡Bah! -
Nada de nada, todos quieren llegar a casa para arrancarse la ropa de un tirón y ponerse en pelotas, darse una ducha fresca y poner el aire en modo 'tormenta en el ártico'. Los solteros/as hacen un club nudista en la república independiente de su casa.
Compañera conectando con el Blog de Campsared
Pero aquí trabajamos encima del Trópico de Cancer, sólo faltan los beduinos.  De vez en cuando llega alguno que echa 10 € en el coche.
A estas horas, y con el sol reinando justiciero, hasta los africanos caminan por la sombra y duermen siesta con el turbante metido en la nevera. No hay nadie por la calle. La pista se ha quedado vacía unos instantes. Con el brillo del sol, se asemeja a un desierto arábigo con su  gran jaima franquiciada en medio del  oasis, este zoco abierto donde vendemos, melones, patatas, frutos secos y un agua fresca que no consigue estarlo tanto por que gran parte de las frigorías están de vacaciones, y las que quedan no dan a basto.  Salgo a la puerta a ver si llega algún camello.  "As-salaam-alaykum"  Ahí llega uno.. pero no es un camello, es una moto. Vuelvo a dentro.
Si tengo un rato voy a romper un huevo sobre algún surtidor a ver si acaba frito. Pero será mañana, porque hoy no soy capaz ni de encontrarme los míos propios.  ¡Que calor!
En cuanto tengo otro minuto vuelta al voult, que es un refugio acristalado para focas y osos polares de tercera clase, un regalo para los gordos que tiene Campsared, para calmar trastornos menopáusicos, y como alivio para apagar la mala ostia. Voy a salir, y cojo aire por los poros acalorados y por la boca, tanto como para adentrarme  en un espacio con atmósfera cero, pero poco me dura aquello.  Al regreso del voult,  ocupas nuevamente el nido de ametralladora y a disparar ofertas y obuses con origen.  Cuando a veces aciertas, es como si te metieran un dedo por el culo, reaccionas un instante, y luego vuelves al hastío, al modo catatónico de mediados de junio, al espectáculo tedioso de las tardes de verano, lentas  y soporíferas, calurosas e inacabables, y a seguir, dale que dale al organillo. La tarde va cayendo como los siglos, lentamente, restándonos frescura y juventud.  Con los últimos rayos, llega el tiempo de libertad, el fin de la condena diaria, por que trabajar en verano y por la tarde, es un 'privilegio' de las castas más desfavorecidas, el detalle que omitió Dios cuando expulsó a Eva y Adán del paraiso: "No sólo tendreis que trabajar para ganar el pán, tendreis que hacerlo en turnos y hasta en las tardes de verano"  ¡¡Haberlo dijo joder, y se había comido la manzana su p... madre!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario