Muchas veces hago 'recuento de inventario', y siempre falta alguien. Paso lista desde el sillón de espectador que hay detrás de esta pizarra de vidrio y encuentro que hay pupitres sin gente, parece como si fuera otra ciudad, otro tiempo, un curso nuevo. Muchos de los que hacían deberes en el Blog, han desaparecido, aprobaron el curso y se marcharon. Dejaron sus pupitres vacíos, su mesa sin papeles, sin bolígrafos, sin la pequeña parrafada escrita sobre un papel de teclas grises o negras, dejando un hueco y un silencio que hacen ruido de truenos por los pasillos de 'la red'.
Como decía aquella canción: ¿A donde irán los besos?, siempre me he preguntado, donde se fueron las promesas de amor, la pasión del comienzo, el rebelde con que nacimos, el sueño del mañana, y los propósitos de enmienda. ¿A dónde irán ahora los gritos y las voces que nadie escucha? A donde la rabia contenida, las lágrimas que escapan de los ojos, el pasado sin memoria, las víctimas por la libertad, donde vamos cuando termina la representación de nuestra vida. ¿Dónde se marchan los Blogueros perdidos?
Siempre que paso lista me extrañan esas faltas. Los renglones vacíos de quienes ya no escriben son agujeros negros que no puedo desentrañar. ¿Dónde están los ausentes?
Como dijo aquel andaluz parco en palabras y de 'quejío' profundo ¡Qué sabe nadie!
Tal como lo predijo Bob Dylan en la letra de una canción, un día me trajo el viento la respuesta, una persona abrió su mapa de razones, y allí marcó la ruta, mostrándome el sendero hasta ese cementerio de ex-blogueros arrepentidos.
Los que acuden al Blog, son los heridos en combate, las víctimas, los que sufren las injusticias, los que se duelen y llegan hasta aquí para lamerse las heridas, para gritar la desesperación o la desesperanza de sus vidas.
Aquí no llega gente que no esté magullada, con el rostro impoluto y un traje de domingo recién pasado por la plancha. Este Blog, es un hospital de campaña, el que llega hasta aquí, lo hace con tres heridas, como escribió Miguel Hernández: La de la vida, la del amor, y la de la muerte, y una cuarta que afecta a todas las demás : la del trabajo, que nos hacer percibir la vida, el amor y la muerte, como bastiones asaltados, como si fuesen cuchilladas sangrantes que nos duelen y tambalean el ánimo, y nos provocan dudas sobre el camino que debemos tomar.
Yo no caí en este detalle, hasta que me lo revelo aquella persona: Los que escriben aquí, son los 'niños perdidos' de los que hablaba Peter Pan, los que tienen las caras sucias y las ropas raídas, los huérfanos de afecto por parte de los jefes, los que perdieron total o parcialmente la ilusión , la sensación de arraigo, o el 'orgullo de pertenencia', como se jacta en titular la empresa.
Y todos los que tienen heridas, como esos niños y otros de otras historias, se vuelven respondones, crispados, beligerantes y agresivos. Son los que escriben diatribas encendidas criticando la Repsol y a Campsared, los que braman por sus obligaciones multiplicadas, los que protestan por que la venta forzada, por que se sienten oprimidos o explotados, o ninguneados pese a su esfuerzo cotidiano, los que tienen que luchar sus derechos, los que dudan de sus obligaciones, los que son sojuzgados, los que no pueden más, los que combaten la injusticia, los que sueñan con ascender, los que perdieron la batalla, los que se duelen del acoso, de la opresión disimulada, del abuso, los que sufren maltrato psicológico, todos los huérfanos que como Oliver Twist se buscan las castañas entre las calles, oficinas, áreas de caja y almacenes de las gasolineras de Repsol.
Y todas estas personas doloridas, que somos quienes escribimos aquí, un día desaparecen ¿Y por que? Pues por una razón elemental que no tenía prevista: Pues por que ya han restañado sus heridas, por que sus males, sus temores, sus dudas, sus problemas se resolvieron, y ahora no queda furia, ni pasión, ni dolor. Vuelve la calma a dibujar su linea recta en lontananza, al menos momentáneamente. El sol luce de nuevo, se abre el amanecer, un soplo de esperanza, la vuelta a la normalidad, la quietud, el cigarrito de después. Han arrivado a puerto, y ha llegado el momento del reposo, y todos esos huérfanos y huérfanas de paz social, encuentran su justicia y se callan, se difuminan dentro de un lienzo donde hay cientos de personajes.
El silencio es el fin del dolor, de esa manera me explico como dejaron de escribir muchos a quienes repasando echo de menos, y que una vez solucionados sus problemas se marcharon, y no quiero citar, y sin embargo cito, a unos cuantos por que su voz sonó con fuerza en este espacio, por que gritaron con bravura, porque escribieron letras de libertad y rebeldía, renglones de justicia, por que alzaron el puño, por que hablaron de frente y con franqueza antes de que su furia se extinguiera. Y siempre nombro a Ladystress, por que su verbo fue ejemplo para mi, me enamore de sus palabras, de su fuerza, me hizo apreciar el blog y su futuro, también recuerdo a SAM (Aunque por suerte ha vuelto), que sostuvo una lucha sin cuartel por la justicia demostrando que es posible ganar en este juego sin pasar por la carcel, ni tener que volver a la casilla de salida. Me acuerdo de exprimid@, que nos mantuvo en vilo luchando por su causa, haciéndonos partícipes del sufrimiento y finalmente abandonándonos.
Me acuerdo de eventual, que vino y se marchó, como si fuera un ligue de verano del que jamás volvimos a saber. Y Helmántico, y Gladiatorefitec rivalizando con deliciosas historias de cazadores y cazados. Y Javier, y spoliado, y kokolo, y longinos y otros muchos que no puedo nombrar por su extensión, que aparecieron una vez como destellos, volviendo a su silencio, y a los cuales recuerdo con nostalgia, como a los personajes de una novela antigua, o un paisaje de la niñez, como colegas del colegio, o esa entrañable melodía que suena evocándonos el pasado. Recuerdo a todos ellos cruzando por el Blog como estrellas fugaces, escribiendo su nombre para la eternidad en este muro de desdichas y de lamentaciones.
Uno de Zaragoza, Antonio de Valencia, Perico2003, jose 20-enero-2009, y todos los que formaron parte de este grupo de pícaros rebeldes, de niños de la calle, de ex-combatientes, a todos os he puesto la falta... y espero que volvais.
VENTANA DE AVISO
miércoles, 27 de abril de 2011
miércoles, 13 de abril de 2011
purita YA
Ese verano, fue un verano especial que nunca olvidaremos, no fue un verano de 'Chanquetes', ni bicicletas nuevas hechas para el tiempo, pero fue un gran verano azul en el que nos dolió, - y mira que es raro -, hasta coger las vacaciones y alejarnos de allí, sabiendo que nunca en nuestras vidas tendríamos otra experiencia tan vital como aquella.
Corría el mes de junio cuando se incorporó a nuestra plantilla un ángel que haría cambiar el curso en cifras de la gasolinera. Se llamaba Purita, vino a hacernos las vacaciones.
Desde que entró por vez primera en nuestra tienda, sentimos el flechazo de sus ojos, y por supuesto de todo lo que estaba más abajo de su cuello. Ese día, se estremecieron los cimientos, los surtidores se quedaron sin conexión, los helados se derritieron y las bolsas de hielo se hicieron agua que salpicaba sus piernas y su cuerpo al andar como si caminara decidida por la orilla de alguna playa.
A Antonio, mi compañero, le dio un ataque al corazón y ya no pudo incorporarse hasta noviembre, por que le daba taquicardia pensar en esa expendedora de vanguardia, y nunca mejor dicho.
Purita tenía el cabello rubio, caminaba con desparpajo, y era rotunda y convincente por delante y por detrás. Hasta llevando el uniforme causaba sensación entre la gente, venía de un pueblo pequeñito de Burgos que no acierto a recordar. Era una moza castellano-leonesa con dos razones sustantivas en los ojos (Y otras dos en el pecho). Te miraba y perdías las fuerzas, como si te arrojase kryptonita a las rodillas, y además olía gloria, desprendía una fragancia a ducha fresca y a jazmín, como si la envolviesen los efluvios de una cascada, como si utilizara Evian Deluxe para bañarse en vez de agua del grifo.
Purita sabía adornarse con dulzura, hablaba con los ojos como el ventrilocuo que habla con el estómago, ella era explícita con la sonrisa, vencía la voluntad con la mirada, y conquitaba territorios con su cuerpo.
Sabía decir las cosas, darles el punto justo, la ebullición venía detrás, por ejemplo cuando inclinaba el torso para pasar una tarjeta, ella se daba cuenta a donde le lanzaban las miradas y alzaba las pestañas, sonreía, y dos o tres clientes caían al suelo desmayados. Y lo mismo cuando bebía de la botella de Fontvella, derramando una parte del agua por sus labios, llendo por la barbilla hasta llegar al cuello y más allá, cortando el tráfico en la pista, y por su puesto la respiración de los que estaban en la tienda. Más desmayos, más hielo, la gente compraba bolsas con cubitos y se las colocaba en la cabeza, y algunos más al límite, debajo del volante, en la entrepierna, sofocando niveles de ansiedad que amenazaban el entorno.
Pero Purita sobre todo, era una vendedora impresionante, con unos números de escándalo, tanto en el cuerpo como en la venta de productos, sus registros batieron marcas que en muchos años nadie podrá igualar.
Era un poco dejada en el vestir, pero nadie le decía nada, por que seguramente hasta con traje de astronauta Purita hubiese estado sexy desde detrás del cristal de su escafandra. Le gustaba llevar los pantalones anchos, un poquito caídos, con lo que al agacharse, cosa que hacía cien veces ante la sandwichera o para colocar los chicles, mostraba el tanga por detrás y nadie tenía urgencia por irse de la tienda "Pase, pase, que yo no tengo prisa", se iban diciendo los unos a los otros.
Pero, como si fuese una jura de bandera bajo el sol, los destellos que irradiaba Purita hacían estragos entre la gente cuando llevaban varios minutos en la cola. Hasta la Mutua recomendó tranquilizantes y aire acondicionado tres grados por encima para las horas de trabajo en que estuviéramos con ella.
A veces, se anudaba la camiseta por encima de la cintura alegando que hacía mucho calor, y aquello se convertía en una verbena, empezaba a vender como una loca, aceitunas, jamones, los quesos de tetilla de dos en dos... Por que cuando le hacían el chiste ella decía que estaban hechos con el molde de las suyas, y allí mismo teníamos que andar limpiando las babas del mostrador de caja. Y tan pronto se echaban a la calle les hincaban el diente con la ilusión hecha esperanza de degustar esa ambrosía.
- ¿Quiere usted un par de melones? - Preguntaba sin disimulo. Los tíos caían todos, nos duraba la torre de la fruta media hora. Y algunos venían dos veces "Me voy a llevar otros para mi tía" decían.
- ¿Cuales te gustan? - Les preguntaba ella con picardía y un toque de inocencia en la voz, como de una diablesa resabiada.
- ¡Es que sea, el que sea! - Salían de allí sudando, con la cabeza echando humo y aullando por la pista.
Fue un éxito total, se acercaba la gente de los pueblos limítrofes, hasta de Zaragoza o de Zamora llegaban autocares de solteros para comprar SPOs. Con deciros que combustible sólo llegaba una cisterna a la semana, pero pedidos de melones, uno todos los días y algunas veces dos, los días que estaba ella de turno.
Era imposible negarle nada. Hasta yo, cuando le hacía el relevo, salía cargado con mi correspondiente caja de melones, y es que te miraba a los ojos, y te fundía los plomos. Y si observaba resistencia bajaba su mirada a tu entrepierna y allí, tenía todo ganado, todos los tíos nos desplomábamos, y la cabeza nos empezaba a arder desde el sonrojo más sofocante que pudiéramos soportar. Yo mismo, tuve que meter la cabeza varias veces en el arcón del hielo para recuperar la compostura.
Vendíamos tanta SPO como toda la que se pudiera vender en la provincia, que digo en la provincia, en la Delegación entera.
Algún Jefe de zona quiso ascenderla antes de tiempo, ponerle un piso, llevársela a un congreso, pero Purita no tragó por ahí. Cuando se lo dijeron, pasó su lengua lamiéndose despacio el labio superior mirando fijamente al Jefe con su escote entreabierto, haciéndole después una peineta con el dedo.
Cuando salió de la oficina, oímos los bramidos del Jefe tirándose del pelo, golpeando su cabeza, bufando varias veces como si fuera una locomotora de vapor. Purita no aceptaba esas cosas, quería ganarse un dinerillo ese verano, y después ver mundo, echar un polvo bueno, aprender cosas... (A lo del polvo nos ofrecimos voluntarios), estar aquí y allá, probar de todo menos eso para lo que encarecidamente nos ofrecimos voluntarios. Y así fue, terminó su contrato y se marchó.
Desde entonces la he visto varias veces, unas en Tele-5 luciendo su palmito. Unos meses salió con Paquirrín y apareció en robados por la playas de Malibú. La vi en una película de Bigas Luna, y en la portada del Interviu, ya no recuerdo, o del FHM, pero nunca jamás volví a tener delante a una mujer con tanta maña y con tamaña cara, cuerpo y destreza para vender, desde unos huevos Kinder aplastados, a la balda completa de encurtidos para que la pudiésemos limpiar más facilmente.
En noches como ésta, aún me acuerdo de ella como para tener que levantarme de la cama, darme una ducha fría y ponerme a escribir.
Corría el mes de junio cuando se incorporó a nuestra plantilla un ángel que haría cambiar el curso en cifras de la gasolinera. Se llamaba Purita, vino a hacernos las vacaciones.
Desde que entró por vez primera en nuestra tienda, sentimos el flechazo de sus ojos, y por supuesto de todo lo que estaba más abajo de su cuello. Ese día, se estremecieron los cimientos, los surtidores se quedaron sin conexión, los helados se derritieron y las bolsas de hielo se hicieron agua que salpicaba sus piernas y su cuerpo al andar como si caminara decidida por la orilla de alguna playa.
A Antonio, mi compañero, le dio un ataque al corazón y ya no pudo incorporarse hasta noviembre, por que le daba taquicardia pensar en esa expendedora de vanguardia, y nunca mejor dicho.
Purita tenía el cabello rubio, caminaba con desparpajo, y era rotunda y convincente por delante y por detrás. Hasta llevando el uniforme causaba sensación entre la gente, venía de un pueblo pequeñito de Burgos que no acierto a recordar. Era una moza castellano-leonesa con dos razones sustantivas en los ojos (Y otras dos en el pecho). Te miraba y perdías las fuerzas, como si te arrojase kryptonita a las rodillas, y además olía gloria, desprendía una fragancia a ducha fresca y a jazmín, como si la envolviesen los efluvios de una cascada, como si utilizara Evian Deluxe para bañarse en vez de agua del grifo.
Purita sabía adornarse con dulzura, hablaba con los ojos como el ventrilocuo que habla con el estómago, ella era explícita con la sonrisa, vencía la voluntad con la mirada, y conquitaba territorios con su cuerpo.
Sabía decir las cosas, darles el punto justo, la ebullición venía detrás, por ejemplo cuando inclinaba el torso para pasar una tarjeta, ella se daba cuenta a donde le lanzaban las miradas y alzaba las pestañas, sonreía, y dos o tres clientes caían al suelo desmayados. Y lo mismo cuando bebía de la botella de Fontvella, derramando una parte del agua por sus labios, llendo por la barbilla hasta llegar al cuello y más allá, cortando el tráfico en la pista, y por su puesto la respiración de los que estaban en la tienda. Más desmayos, más hielo, la gente compraba bolsas con cubitos y se las colocaba en la cabeza, y algunos más al límite, debajo del volante, en la entrepierna, sofocando niveles de ansiedad que amenazaban el entorno.
Pero Purita sobre todo, era una vendedora impresionante, con unos números de escándalo, tanto en el cuerpo como en la venta de productos, sus registros batieron marcas que en muchos años nadie podrá igualar.
Era un poco dejada en el vestir, pero nadie le decía nada, por que seguramente hasta con traje de astronauta Purita hubiese estado sexy desde detrás del cristal de su escafandra. Le gustaba llevar los pantalones anchos, un poquito caídos, con lo que al agacharse, cosa que hacía cien veces ante la sandwichera o para colocar los chicles, mostraba el tanga por detrás y nadie tenía urgencia por irse de la tienda "Pase, pase, que yo no tengo prisa", se iban diciendo los unos a los otros.
Pero, como si fuese una jura de bandera bajo el sol, los destellos que irradiaba Purita hacían estragos entre la gente cuando llevaban varios minutos en la cola. Hasta la Mutua recomendó tranquilizantes y aire acondicionado tres grados por encima para las horas de trabajo en que estuviéramos con ella.
A veces, se anudaba la camiseta por encima de la cintura alegando que hacía mucho calor, y aquello se convertía en una verbena, empezaba a vender como una loca, aceitunas, jamones, los quesos de tetilla de dos en dos... Por que cuando le hacían el chiste ella decía que estaban hechos con el molde de las suyas, y allí mismo teníamos que andar limpiando las babas del mostrador de caja. Y tan pronto se echaban a la calle les hincaban el diente con la ilusión hecha esperanza de degustar esa ambrosía.
- ¿Quiere usted un par de melones? - Preguntaba sin disimulo. Los tíos caían todos, nos duraba la torre de la fruta media hora. Y algunos venían dos veces "Me voy a llevar otros para mi tía" decían.
- ¿Cuales te gustan? - Les preguntaba ella con picardía y un toque de inocencia en la voz, como de una diablesa resabiada.
- ¡Es que sea, el que sea! - Salían de allí sudando, con la cabeza echando humo y aullando por la pista.
Fue un éxito total, se acercaba la gente de los pueblos limítrofes, hasta de Zaragoza o de Zamora llegaban autocares de solteros para comprar SPOs. Con deciros que combustible sólo llegaba una cisterna a la semana, pero pedidos de melones, uno todos los días y algunas veces dos, los días que estaba ella de turno.
Era imposible negarle nada. Hasta yo, cuando le hacía el relevo, salía cargado con mi correspondiente caja de melones, y es que te miraba a los ojos, y te fundía los plomos. Y si observaba resistencia bajaba su mirada a tu entrepierna y allí, tenía todo ganado, todos los tíos nos desplomábamos, y la cabeza nos empezaba a arder desde el sonrojo más sofocante que pudiéramos soportar. Yo mismo, tuve que meter la cabeza varias veces en el arcón del hielo para recuperar la compostura.
Vendíamos tanta SPO como toda la que se pudiera vender en la provincia, que digo en la provincia, en la Delegación entera.
Algún Jefe de zona quiso ascenderla antes de tiempo, ponerle un piso, llevársela a un congreso, pero Purita no tragó por ahí. Cuando se lo dijeron, pasó su lengua lamiéndose despacio el labio superior mirando fijamente al Jefe con su escote entreabierto, haciéndole después una peineta con el dedo.
Cuando salió de la oficina, oímos los bramidos del Jefe tirándose del pelo, golpeando su cabeza, bufando varias veces como si fuera una locomotora de vapor. Purita no aceptaba esas cosas, quería ganarse un dinerillo ese verano, y después ver mundo, echar un polvo bueno, aprender cosas... (A lo del polvo nos ofrecimos voluntarios), estar aquí y allá, probar de todo menos eso para lo que encarecidamente nos ofrecimos voluntarios. Y así fue, terminó su contrato y se marchó.
Desde entonces la he visto varias veces, unas en Tele-5 luciendo su palmito. Unos meses salió con Paquirrín y apareció en robados por la playas de Malibú. La vi en una película de Bigas Luna, y en la portada del Interviu, ya no recuerdo, o del FHM, pero nunca jamás volví a tener delante a una mujer con tanta maña y con tamaña cara, cuerpo y destreza para vender, desde unos huevos Kinder aplastados, a la balda completa de encurtidos para que la pudiésemos limpiar más facilmente.
En noches como ésta, aún me acuerdo de ella como para tener que levantarme de la cama, darme una ducha fría y ponerme a escribir.
El pasado julio me envió esta postal (Campsared Blog) |
lunes, 4 de abril de 2011
EL SECR DEL UNICOR YA
Recientemente ha acentuado su paranoia, ha dejado de comentar las sinrazones, ha multiplicado los silencios, como si en los emails hiciera pactos de sangre con la muerte, como si dictara sentencias, como si desplegara minas antipersonas por los recovecos de las baldas. Últimamente sus silencios dan miedo, como si masticara tus entrañas, como si entablases un duelo de miradas con Gadafi, no dices nada, tragas saliva sin pronunciar palabra, con cautela, como si hicieses gárgaras con nitroglicerina. Desconozco se se ha pasado al lado oscuro de la fuerza.
En los últimos tiempos viste de negro riguroso, o es el azul del uniforme que es nuevo y con el ahorro de luz parece más oscuro. Cuando la veo en el suelo por que ha venido el banco, no se si está contando sobres, o trazando con ellos un círculo perverso y demoníaco. Enseguida se le inyectan los ojos, y yo salgo por piernas zumbando para el voult.
Los encargados son personas normales al principio, buenos trabajadores, gente dispuesta a sacrificios, indulgente e incluso dialogante, comprenden tus problemas y tu observas los suyos, que florecen sobre su mesa como si la limpiasen con abono nitrogenado. Son tantos que suelen despertar tu indulgencia, una especie de instinto paternal de socorrer al pobre desvalido, que reparte sus horas con cuentas que no cuadran y un extremado azogue de teléfono sobre la oreja, que suele terminar escocida los dos primeros meses.
Sin embargo después, cambian los vientos, se enseñorean del cargo, se vuelven displicentes y mandones, cambian su nerviosismo por prudencia, se vuelven misteriosos, recelosos y secreteros.
Yo mismo, cuando pregunto a la encargada, suele encorvarse, y con voz baja y cavernosa me contesta: "Mi tesoro, mi información es mi secreto, es sólo para mi, es mi tesooro...!"
Últimamente las cosas están tensas, las ventas han bajado tanto, que algunas veces hay que reverenciar de tal manera a los clientes que parecemos viborillas arrastrándonos entre palabras cenagosas que nos permitan atrapar una presa.
La cosa está jodida, bien jodida. Nuestro Jefe de Zona, manda sentencias por email , como si enumerase las plagas del viejo testamento, no nos anuncia más que malos augurios, como nos emperremos traerá un diluvio universal que dejará en una ahogadilla el maremoto de Japón.
Brota pinchando el miedo, como si fuera vello púbico afeitado, que renace con desazón e impertinencia.
En este oficio todos tenemos miedo, y el que no esté en el grupo puede marcarse un paso al frente, pero siempre con calma, con prudencia, por que, como los voluntarios en la 'mili', nunca sabes la que te va a caer.
Todos tenemos miedo, por que la puta crisis se ha extendido como peste bubónica por todos los confines del globo, y no hay mañana que no contagie a un conocido o a un amigo, y a nosotros nos levantan el dedo nuestros Jefes, como Jesús el Rico pero no para darnos parabienes ni salvarnos, sino para ponernos en un brete, para señalarnos por que no vendemos suficientes SPOs, o los bastantes rascas como para frenar este tsunami de pobreza. Y cuando el cristo nos señala, estamos ya jodidos, pues somos carne de cañón, sin más camino que huir hacia delante, y ni aún así puede salvarse alguno de la quema.
Los encargados son distintos, corren aullando por el temor de que un disparo sin destino les alcance, y huyen despavoridos con la silla bajo el brazo, como las alimañas cuando sobreviene un naufragio.
Acuden a reuniones y ellos tamizan convenientemente los datos para que sean apocalíticos, Uno de tantos de esos secretos de confesión que les explican a los encargados, les aconseja guardar la información benigna, mostrar la realidad más cruda, no hay salvación sin ventas de postín, iremos al infierno de cabeza, y ellos detrás si nos desvelan que la 'presión' es la postura requerida para subir las ventas, que se consigue más forzando tuercas que dando cuartelillo.
En realidad muchos asuntos no nos los cuentan para que siga habiendo diferencias entre la plebe que somos los de abajo, y la clase burguesa que son ellos. Esa frontera es la que dictan en la empresa, los jefes, y se contagia pronto, como la varicela en un colegio, entre los nuevos encargados.
¡Mas información por favor, más comunicación!, somos plebeyos pero nos gusta saber cosas, no solo la matrícula de un coche que se fuga, o el número concreto de naranjas que hay que vender para obtener la 'bendición papal', queremos saber más que lo que marca cualquier ranking de los cojones, o ese jodido presupuesto que hay que cumplir para la cuadratura perfecta de las cuentas, hay rumores, noticias, asuntos que no tienen que ver con la presión ni con las ventas, sino con el compañerismo, con la salud mental de los trabajadores, complicidades entre socios, por que lo cierto es que todos estamos en el mismo barco, aunque tengamos distintos camarotes, nosotros en la proa, y ellos al timón, no cabe rebelión a bordo, hay que seguir la travesía hasta remando, pero sin latigazos, sin engaños, sin falsas expectativas y haciendo piña.
Mientras los encargados mantengan sus secretos de unicornio dentro de la oficina, a los expendedores nos seguirán pareciendo unos cabrones con unas astas del tamaño de unos panes de leña.
Mientras los encargados mantengan sus secretos de unicornio dentro de la oficina, a los expendedores nos seguirán pareciendo unos cabrones con unas astas del tamaño de unos panes de leña.
Estaba cantado (Campsared Blog) |
orden
Esta pregunta se realizó a un grupo de mujeres y a otro de hombres deberían encontrar cuatro razones para justificar el sexo del ordenador. El resultado fue el siguiente:
El grupo de mujeres llegó a la conclusión de que el ordenador era masculino por:
1- Para captar su atención hay que encenderle.
2- Tiene mucha información pero ninguna imaginación.
3- Se supone que tiene que ayudar pero la mitad del tiempo es un problema.
4- En cuanto te decides por uno, te das cuenta de que, si hubieras esperado un poco más, habrías tenido un modelo mejor.
El grupo de hombres llegó a la conclusión de que el ordenador era femenino por:
1- Nadie, salvo su creador, entiende su lógica interna.
2- El lenguaje que utiliza para dialogar con otro ordenador es completamente incomprensible.
3- Guarda el más mínimo error en memoria para sacarlo en el momento más inoportuno.
4- En cuanto te decides por uno, te das cuenta de que tienes que gastar la mitad de tu sueldo en accesorios
[/color]El grupo de mujeres llegó a la conclusión de que el ordenador era masculino por:
1- Para captar su atención hay que encenderle.
2- Tiene mucha información pero ninguna imaginación.
3- Se supone que tiene que ayudar pero la mitad del tiempo es un problema.
4- En cuanto te decides por uno, te das cuenta de que, si hubieras esperado un poco más, habrías tenido un modelo mejor.
El grupo de hombres llegó a la conclusión de que el ordenador era femenino por:
1- Nadie, salvo su creador, entiende su lógica interna.
2- El lenguaje que utiliza para dialogar con otro ordenador es completamente incomprensible.
3- Guarda el más mínimo error en memoria para sacarlo en el momento más inoportuno.
4- En cuanto te decides por uno, te das cuenta de que tienes que gastar la mitad de tu sueldo en accesorios
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